Primer ejemplo
Un buen día, Focáil se sorprendió a sí mismo recabando información sobre los transportes a los suburbios de la ciudad de México. Primero llamó a su contacto, quién le dijo de dondé salían y cual era la tarifa vigente, que no siempre es la real, y así inició la investigación. Anque Focáil Leat confía en sus contactos, siempre procura confirmar los datos recibidos y eso hizo. Caminó unos metros y cambiando hábilmente de identidad mató dos pájaros de un tiro: satisfizo su adicción a la nicotina y obtuvo valiosos datos de un "comerciante informal".
Reavivado por el cigarrillo, siguió preguntando: ¿Qué otros "peseros" se dirigián al mismo destino? ¿Había camiones con una ruta distinta? ¿Cuánto cobraban? Tantas preguntas habían secado la garganta de Focáil así que, haciendo gala de su valor e imponiendo su instinto de sobrevivencia, arriesgó su vida al comprar un helado de limón por seis pesos. Medio litro de frescura por tan poco dinero es insalubre.
El calor aumentaba y Focáil deambulaba bajo el ardiente sol. Unas gotas de sudor dejaban ver el nerviosismo de Focáil Leat, no encontraba pista alguna. Necesitaba alguna declaración o un hecho que lo llevara a la noticia. Los comerciantes observaban intrigosamente a Focáil. Era un forastero perdido. Justo cuando Focáil había perdio toda esperanza, contó sus viáticos. Decidió llamar a su contacto para decirle que lo vería otro día pero primero se detuvo a comprar un cigarro. Confundido, abrumado por cancelar la reunión y pegajoso por el sudor, sacó el dinero y pagó.
La amabilidad del comerciante generó un destello de esperanza en Focáil y lo animó a preguntar: "¿Dónde salen los camiones que van para X?", con sonrisa chimuela, le respondió: "Uyyy no... Esos se toman hasta el otro lado... Bajas por las escaleras y todo derecho hasta topar con pared, ahí te sales y caminas hacia el puesto de papas, cuentas cinco camiones y ahi´sta enfrentito".
Así pues, Focáil Leat bajó las escaleras, caminó hasta topar con pared, se salió, caminó hasta el puesto de papas y contó: "Uno, dos, tres, cuatro, cinco camiones". Recordó al Conde Contar y encontró el transporte suburbano. La cara de turista había delatado a Focáil, el conductor le cobró más de lo establecido en la tarifa pero esto no le importó al Sr. Leat. Abordó el camión más "kitsch", hasta entonces conocido por él, y se recostó en uno de esos asientos de terciopelo rojo.
Focáil estaba agotado, pero satisfecho. Tenía deseos de dormir pero recordó que debía reunirse con su contacto en un lugar desconocido, así que no cerró los ojos. Pasados 20 minutos, Focáil sintió que estaba cerca y observó por la ventana. Ahí estaba su contacto. Focáil Leat agradeció a sus ancestros druidas por el olfato periodístico recibido y bajó del "kitsch bus". Un éxito más para Focáil.
Curiosamente, pocas personas saben que Focáil había sido invitado a una comida en Santa Clara, Estado de México. Como no sabía llegar, preguntó a un amigo como hacerlo. Siguiendo señales obtusas llegó, pero no quizo viajar en una combi, así que se perdió buscando un cómodo camión. Le dió sed y se le antojo un cigarro, seguía perdido y le preguntó a la señora de las pepitas donde salián. Caminó con una nieve de limón, hasta que llegó al camión del terciopelo rojo y vinipiel negra. Le cobraron tres pesos de más y casi se queda dormido, de no ser porque su amigo le llama para decirle que ya se pasó.
Focáil quiere agradecer al conductor, y a su amigo, con un antiguo proverbio irlandés:
Go n-ithe cúnna ifrinn do cheann.
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