lunes, 7 de diciembre de 2009

¡El Primero!


La vida es para arriesgarse. Hay quien lo hace por cualquier cosa y quien se toma su tiempo para ponderar que tanto puede uno perder.

Hace tiempo, Das Kompater dilucidaba frente al televisor, si las pelusas de su ombligo es producto de la generación espotánea o de aquellas la acumulación de mugre...

Mientras lo hacía se percató de un hecho científicamente comprobado por los estudiosos de las cosas triviales y sin importancia: Ante situaciones de peligro, los grupos de animales, congéneres y/o amigos, se pasman. 

La primera reacción instintiva es quedarse quieto, como los roedores que al ver un ave rapaz detienen su actividad, con la esperanza de que el ave no los hay visto.

Igualmente los pingüinos adolecentes, al borde de los riscos de hielo, se detienen frente al abismo, hasta que uno de ellos, sea por instinto, por valor o porque el exceso de congéneres, poco a poco lo empujan; se avienta al agua y tras de él, el segundo y así sucesivamente, van hasta que no queda uno sólo de la parvada.

Con el mismo valor, gallardía o ignorancia, Der Kompater Ponko, se aventuró en el largo proyecto de vida que signifca, la vida marital.

Así, frente al altar, junto a una hermosa Kommater Olgui, llenos los dos de sueños, ilusiones y buenos deseos, se dieron el "Si".

La catedral de Cuernavaca fue el escenario ante Dios. Mientras que en el enlace civil, ese que cuenta en los tribunales, tuvo como testigos, además de amigos y parientes en "petit commité" a un cisne. ¡Si! un hermoso plumífero albo  y encantador, que acompañó a la pareja en la firma de documentos.

Como era de esperarse, el miedo de Das Kompater, de Zottacko y Rafusun se hizo presente y bastante justificado: Ya saltó el primer pingüino... ¿quién es el siguiente?

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