Ahí, además de admirar la obra de Desiderio Hernández Xochitiotzin, admiró las construcciones del siglo XIX y XX cuando el Art Nouveau estaban en pleno apogeo.
Aunque sin duda lo mejor fue el tour gastronómico. Resulta que ser que desde hace más de 17 años, don Ángel ha provisto del desayuno de cientos de tlaxcaltecas, que cada mañana acuden a la esquina de Av Lardizabal y Lira y Ortega (en el mero centro de la ciudad) podrán encontrar su triciclo y siempre un remolino de gente que se reúne a comprar y comer los deliciosos tamales de mole y dulce que don Ángel cada día prepara junto a su familia.
Originario de San Mateo, Tlaxcala, don Ángel aprendió el oficio de hacer tamales en la Ciudad de México, nada tiene de raro… pues Tlaxcala es la cuna del mestizaje, donde hace más de 500 años los españoles y los indígenas unieron sus fuerzas y genes; así que no es de extrañarnos que Chilangolandia y Tlaxcala estén hermanados por las famosos guajolotas o tortas de tamal, como le llaman los comensales que visitan a don Ángel.
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