De tal modo, que sopesando la situación, Das Kompater omitió las llamadas de carácter social y se dirigió a su casa.
Contrario a sus costumbres, esta vez, nuestro personaje singular, no llevaba más herramientas tecnológicas que sus celulares y la treo, desde la cuál escribe estas líneas.
En el trayecto, la sed de alcohol y el hambre de comida insana le hizo desviar su recto camino a casa y se dirigió al billar de siempre.
Al llegar Mr. David le saludó con la efusividad apropiada para un cliente frecuente. Luego, Mr. David buscó tras de él a alguna chica que acompañara a Das Kompater, pero al no ver tal se limitó a preguntar por qué hacía tanto que visitaba el lugar.
Das Kompater explicó sin abundar en detalles que la chamba lo separó del paraíso chilango y pidió una "Dos Equis ámbar y una pizza para acompañar la cerveza y no al revés.
Mientras comía y le daba gusto a la pupila, das Kompater comenzó el presente post y de vez en vez conversaba por teléfono con la famosa KGB y Bren Cacharpa.
Flanqueándolo dos parejas poco ortodoxas; pues mientras de un lado unos enamorados casuales se daban pasión, del otro unas amigas platicaban airadamente sobre la hipocresía masculina (pues aseguraron ser lo suficientemente maduras para entender cuando se quieren enamorar y cuando se trata sólo de echar pata).
Así, la pizza se fue haciendo menos, pero no lo suficiente como para no ameritar otra "Dos Equis" que trató de disfrutar tanto como la primera. Sin embargo, a media chela, cuando una de las chicas se encontraba mendigando cigarros... ¡la otra abordó a Das Kompater!
- ¿Realmente vienes solo, solo, solo?- La pregunta además de incredulidad denotaba un falso interés.
- Si
-Y... ¿Por qué?- La chica de no malos bigotes, se dio cuenta de lo poco cortés de su pregunta y trató de corregir -digo, no tiene nada de malo, al contrario... creo que...- las palabras de la chica se volvieron un eco apenas audible en la cabeza de nuestro personaje de pacotilla.
Das Kompater asentía como si de verdad escuchara, pero puso la mente en neutral y se dejó llevar. Mientras tanto llegó su compañera, aquella a la que minutos antes escuchó afirmar (si los hombres quieren coger... mejor que lo digan... pero ¿qué es esa mamada de "te quiero"?) la chica tomó asiento y miró con sorpresa lo hecho por su amiga.
De cuando en cuando le dirigían una sonrisa coqueta a nuestro imberbe amigo. De pronto, Das Kompater imaginó en sus posibilidades de éxito y valoró la situación. Por un lado podría llevarse al par de chicas a algún sitio para el amor fugaz, desquitar su estrés y despertar más cansado que el día anterior; mientras que por el otro los riesgos eran muy altos, No tanto por la probabilidad de que fuera alguna especie de trampa orquestada por ellas, sino por la vida misma.
Pues, quizás un encuentro fortuito le levantaría el ánimo entre otras cosas, pero... ¡capaz de que por eso se le cae! Y no es que esté bien dotado, pero sea como sea Dios le dio eso y pss después de tantos años ya le tiene cariño...
Así que... cono dice el dicho "Más vale pájaro en mano... que traer SIDA, mi hermano".
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